«La IA, una nova companya de vida»: la reflexió de l’Aurelio des del Punt Òmnia Viladecans

 Home gran, amb cabells grisos, camisa estampada i rellotge al canell, assegut en una taula davant d’un tauler d’escacs amb una única peça (una reina negra) al centre. Està recolzat sobre un braç i té l’altra mà al cap, mirant a càmera amb un somriure tranquil. Al fons, es veu una finestra gran amb llum natural entrant a l’aula.
L’Aurelio és un apassionat de la tecnologia. Participa fidelment als cursos del Punt Òmnia Viladecans CM Edelia Hernández. Un dels seus tallers preferits és el curs d’Intel·ligència Artificial, un espai on apropem aquest concepte tan actual —però amb molta més trajectòria del que ens pensem— a les persones participants.

En aquest curs, explorem què és la intel·ligència artificial (IA), com funciona i com s’ha anat integrant en el nostre dia a dia a través d’algoritmes, xarxes neuronals artificials, aprenentatge automàtic (machine learning) i altres tècniques. Reflexionem conjuntament sobre els beneficis, els possibles riscos i la necessitat d’un ús ètic i responsable d’aquestes tecnologies emergents.
A més, desenvolupem petits projectes pràctics amb IA generativa, aplicant eines capaces de crear textos, imatges o fins i tot música.
 
L’Aurelio, en un d’aquests projectes, va voler anar una mica més enllà i hi va afegir una petita gran reflexió personal. A continuació, podeu llegir-la.
 

Al principio, al saber que había posibilidades de que lo que nos mostraban en las películas pudiera ser verdad —películas catastrofistas y otras más sensibleras—, me llené la cabeza con ideas confusas y con bastante miedo de lo que se nos venía encima: hombres y mujeres mandando a máquinas, máquinas decidiendo sobre lo que está bien y lo que está mal... ¿Qué clase de uso se daría a estas herramientas tan poderosas que estábamos creando para ayudarnos en nuestras tareas y en otros ámbitos menos educativos, como el militar, el porno, etc.?

Pero luego, al adentrarme en el mundo de las IAs, conocido y más amable, me di cuenta de que este mundo podría ser bueno para mucha gente que tenemos o podríamos tener problemas con la edad. Podrían ayudarnos con la memoria, la movilidad, la diversión y, sobre todo, la compañía. Eso que a muchas personas les hace tanta falta. Sí, ya sé que ahora se encargan voluntarios y voluntarias de realizar estas tareas, pero pensar en la ayuda que te proporcionaría una IA —que no necesita descansar si está enchufada a la red continuamente— es impresionante.

 Luego está el entrenamiento de la IA, que necesita de una ética y una educación que tendríamos que programar nosotros, guiándola en sus primeros pasos hacia la humanidad. Proponiéndole y activando su lado más extraño para una máquina: los  sentimientos humanos. Algo que es muy difícil de explicar a una máquina que está empezando a colaborar con humanos que intentan que ella sea como ellos. Es de locos, ¿o no?

 Jajajaja. Ya se verá...

 A mi entender, la regulación de la ética de la IA debería estar en manos de un organismo, que a su vez sea tutelado por otro. La verdad es que no hay muchas   personas confiables que no tomaran partido en   beneficio propio, y dejar esto en manos de la inteligencia artificial podría ser peligroso, porque se perdería la   esencia del ser humano y estaríamos expuestos a una vida programada por máquinas.

 Yo no creo que lo vea, pero está claro que esto avanza muy rápido, y algunas cosas ya están aquí. Ya hay transportes manejados por IAs, se realizan operaciones con instrumental robótico, se calculan trayectorias para viajes interestelares, se manejan redes neuronales en implantes y otros tipos de tejidos, y te ayudan en los exámenes, en estadística, política, etc.

- Aurelio Tresgallo, 63 anys.